Sobre Bloodborne, Herminia y lo bien que lo he pasado

Hace ya unos días o semanas que me terminé Bloodborne, y hasta ahora no me había dado por hablar de él. El último juego de From Software llegó como la panacea a PS4 tras un decepcionante The Order: 1886 y un catálogo sin muchas exclusivas de renombre, y la verdad es que ha arrasado entre la crítica, tanto de la prensa como de los usuarios.

Y no es para menos, eso ya os lo digo. Pero hoy quiero compartir un poco con vosotros mi experiencia, más que hablar del juego en sí. Vamos allá.

Para quitarnos la parte más «objetiva» rapidito, que sepáis que Bloodborne es la nueva entrega en la saga Souls, aunque tenga otro nombre. Esta vez cambiamos la ambientación medieval por una gótica y victoriana que le ha venido como anillo al dedo. Sin duda el trabajo artístico del juego es para quitarse el sombrero, tanto los enemigos en sí como los propios escenarios, que son una auténtica pasada. Mención especial por supuesto a los jefes, porque algunos son genialidad pura y dura. A nivel visual es sin duda uno de los mejores del año, por cómo ha sabido mezclar esa ambientación con el terror, y lo perfecta que es la combinación.

A nivel jugable si conocéis la saga ya sabéis qué os podéis esperar: avanzas, matas enemigos, te matan ellos a ti, recoges ecos de sangre, mejoras tus habilidades y armas, matas a los jefes finales y sigues avanzando. Sigue perfectamente el patrón marcado por sus antecesores, y aunque algunas cosas se llamen de diferente manera en el fondo es lo mismo. Hay que destacar que esta vez no llevamos escudo, sino un arma de fuego en la mano izquierda, por lo que el juego es más ofensivo que de costumbre y más centrado en esquivar y pegar rápidamente.

Luego a nivel técnico puede ser un poco chustero en según qué momentos, y hasta que no pusieron el parche para aliviar los tiempos de carga, cada vez que morías podías irte a llorar tranquilamente al baño, que te daba tiempo a eso y mucho más. Pero por suerte se palió un poco y ahora se deja jugar mejor. Como decía no es el mejor juego del mundo y se nota en algunos aspectos que es lo que es, pero bueno, el apartado artístico suple cualquier falta que pueda haber aquí de sobra.

Y una vez comentado brevemente cómo es el juego «por fuera», vamos con cómo hice de Herminia una mujer y cómo se dedicó a reventar todo lo que vio a su paso.

Por si no lo sabíais, Herminia es mi personaje en Bloodborne. Una apuesta (lo que se puede hacer con un editor que sólo hace gente fea) muchachita que empezó desde abajo y terminó sacando el final secreto del juego, con eso os digo todo. Es cierto que al principio sí que costó un poco todo, pero también es cierto que el juego ha sido bastante más fácil de lo que pensaba. No voy a decir que haya sido un paseo, pero a partir de la mitad del juego o así la dificultad se desinfló completamente y avanzaba muchísimo cada vez que jugaba. De hecho ella se convirtió en una semi-diosa que repartía a diestro y siniestro como una campeona.

Y a mí eso me gusta, qué queréis que os diga. Que la dificultad, a veces artificial, que tienen los Souls le guste a la gente no quita para que una dificultad más ajustada y que te deje avanzar sin jugártela cuando menos te lo esperas también esté bien. Y en Bloodborne he podido avanzar, explorar todo lo que he querido y más, y aunque es verdad que he palmado en situaciones que no debería y que algunos enemigos están completamente rotos, he podido tener una aventura bien a gusto.

Una vez me centré un poco todo fue bastante rodado y disfruté el juego como hacía tiempo que no disfrutaba. Gran parte de la culpa la ha tenido la ambientación, que me ha parecido de diez, pero el ser un Souls más accesible y sobre todo menos frustrante ha hecho que tuviera más y más ganas de volver a jugar. Y claro, el pasármelo con un amigo también suma para esto de pasar un buen rato.

Al final, y aunque no llegue al nivel de los anteriores en este tema, el explorar, abrir una puerta de repente ver que estás en una zona que habías visitado antes te deja un poco loco, y son esos pequeños detalles los que hacen que el juego sea tan bueno. La exploración lo es todo, y aquí te sorprende a cada paso que das, ya sea de una manera u otra.

Ahora estoy en uno de esos raros casos en los que espero con ganas que anuncien un DLC que expanda la historia y me dé más horas de juego. Necesito seguir jugando, pero antes de volvérmelo a pasar una y otra vez prefiero ponerme con otro de los miles de juegos pendientes que tengo. Pero una expansión la recibiría con los brazos más que abiertos. Y lo pagaría con gusto. Sobre todo si expande aún más la historia, porque me queda muchísimo que aprender, cosas por descubrir y hay que poner explicación a miles de incógnitas con las que nadie se aclara en Internet ni se atreve a dar un veredicto.

From Software parece estar atascada haciendo juegos de la franquicia y mientras sigan haciendo billetes no parecen tener mucho interés por avanzar hacia otra cosa, pero al menos con Bloodborne han conseguido llamar mi atención con más de lo mismo. Sinceramente estaba cansadísimo de la ambientación medieval, que por mucho que me guste, tras trescientos juegos termina cansando. Poner una nueva capa de pintura por encima ha hecho que se convierta en algo totalmente novedoso para mí, y no lo es. Pero qué importa, si me lo he pasado como un enano.

Bloodborne no es nada que no se hubiera visto antes y a algunos más puretas no les termine de convencer por las diferencias con Dark y sobre todo Demon’s Souls, pero oye, allá ellos. Para mí es uno de los mejores juegos del año y posiblemente se quede entre los mejores de la generación, al menos en mi lista personal.