Análisis The Order: 1886 (PS4)

The Order: 1886 es sin duda el juego polémico del momento. Por un lado se le daba mucho bombo y expectación por los graficazos que tiene y por otra se iba viendo que igual todo no iba a ir tan bien como debería. Y eso es más o menos lo que ha terminado pasando, que tenemos un juego en el que lo único destacable son unos gráficos de infarto. Más allá de ahí, poquito.

Realmente no sé por dónde empezar. Son demasiadas las cosas que contar, y pocas son buenas, porque The Order se ha convertido tristemente en el ejemplo más claro de un AAA mal hecho. Quizá lo más sencillo sería primero alabar sus virtudes, porque alguna tiene.

No sería justo no hablar del trabajo hecho por Ready At Dawn en el apartado técnico. Ahora mismo no creo que haya nada a un nivel similar en consolas, porque es como mirar a lo que en un futuro será lo normal. Prometían los mejores gráficos y han cumplido, aunque en ello venga implícito un juego totalmente pasillero para tener controlado lo que hay en el escenario en todo momento e, incomprensiblemente, unas bandas negras arriba y abajo. Dicen que es para darle un aspecto más cinematográfico, pero no creo que sea excusa para ponerlas, porque son horribles.

El apartado sonoro también quiere acompañar a estos gráficos y creo que también lo hacen muy bien aquí. De hecho la banda sonora me ha gustado bastante, y además el juego está doblado y traducido al castellano.

Como decía, a nivel técnico esto sería un juego de diez. Prometía mucho y ha dado más. Pero no todo se reduce a esto, y aquí es donde empiezan a venir los problemas.

The Order: 1886 es un juego plagado de QTEs (Quick Time Events), por todos los lados. Esto a priori no es un problema, habrá gente a quien le gusten y a quien no. La cosa se pone fea cuando casi para cualquier acción aparece un botón que pulsar en pantalla y se desencadena una cinemática, aunque sea sólo para abrir una puerta. Y sí, lo hace más cinemático como pretendían, pero a costa de cargarse la inmersión en el juego.

Hay dos tipos de vídeos, los que duran unos pocos segundos y saltan cada dos por tres para acciones nimias (entrar en una sala, subir una escalera, bajar de una altura…) y ya otros más largos que hacen que avance la historia. Y en ninguno de ellos puedes dejar el mando porque en cualquier momento te puede saltar un QTE que si fallas es probable que mueras. O que se queden los NPC como idiotas inmóviles esperando a que hagas algo. El que el tocar un botón sea lo que decide si la historia sigue o no es lo que tiene, que si no lo tocas te cargas todo ese estilo cinematográfico al tener a NPC inanimados esperando a que hagas algo.

Acompañando a todos estos vídeos y cinemáticas hay una historia que a priori suena muy bien, pero que no sólo falla sino que está mal contada. E incompleta. La Orden de los Caballeros (de la mesa redonda) protege al imperio de los rebeldes, los licanos (unos hombres lobo) y demás peligros, hasta que nos vamos enterando de cosas que pasan y cambia nuestra percepción de todo.

Igual así suena bien, pero al final avanzamos sin saber qué está pasando y al final no hay respuestas para nada. Te quedas esperando que haya un capítulo más en el que se cierre algún hilo o que te digan qué ha pasado con los personajes protagonistas al menos, pero no. Es como si hubieran metido el hachazo hasta donde tenían y listo. En serio, al juego le falta una explicación al final de qué ha pasado y qué pasará. Simplemente acaba. Y ya está.

Pero bueno, después de todo lo escrito toca ponenos con el gameplay, que también tiene. Y lo digo con total sinceridad: el gameplay es lo peor del juego. En más de una ocasión he deseado que algunos tramos donde realmente es un juego fueran vídeos, unos QTE o algo. Lo que fuera con tal de no tener que jugar unas escenas sin chicha y unos tiroteos horribles.

Cuando tenemos realmente el control en el juego la mayoría de veces va a ser para pegar estando tiros (o para andar por un pasillo pulsando botones para inspeccionar cosas). Hay muchas veces en las que nos topamos con un grupo de enemigos y nos toca ponernos a soltar balazos para poder abrirnos paso. Y al final se resume todo en algo similar: pillar una buena cobertura y no movernos de ahí hasta que hayan caído todos. Es aburrido, pero a veces es la única estrategia viable cuando los infinitos enemigos no terminan de aparecer. Más de una vez he muerto porque los enemigos no terminaban de salir, y me tocaba tirar de las estrategias más feas que tengo para matarles y seguir con vida.

Mención especial a los dos o tres combates contra hombres lobo que tiene el juego. En todos, aunque mucho más en el primero, apenas se ve nada. Estmaos en una sala oscura, con vapor y humo y los enemigos son de color marrón. El coctel perfecto para no ver nada y palmar sin parar si intentas pasártelo bien. Al final siempre terminaba en una esquina campeando y pulsando el QTE de turno para esquivar sus ataques y esperar a la siguiente acometida para darles algún balazo. Horrible.

Mejor no comento el jefe final porque es para echarse a llorar. Como la mayoría del juego.

Al final The Order: 1886 se ha quedado en unos gráficos y apartado técnico de infarto y una historia del montón y mal contada, con un montón de cinemáticas y QTE para cualquier cosa y un gameplay tan malo que desearías que fuera un vídeo. Es una colección de intentos fallidos que, sinceramente, no se sostiene.

Era una apuesta que tenía muchas cosas a favor, como esos gráficos, es ambientación genial o esa historia que podría ser genial, pero hace aguas en casi todo. Y lo que es peor, trata de ignorar al jugador en todo lo posible.